A nadie sorprende ya este nuevo escándalo en el Real Federación Española de Fútbol, ni el Gobierno, ni el Consejo Superior de Deportes, ni por supuesto, su mermado y maniatado departamento de auditoría y de cumplimiento, movieron un dedo ante lo que parece un verdadero escándalo deportivo.

Luis Rubiales, y su entorno están en el disparadero por la investigación de la UCO, se les imputan graves delito: delito de corrupción en los negocios, administración desleal y delitos de blanqueo de capitales, entre otros.

Una investigación que gira en torno a la gestión económica de la RFEF, y la famosa constructora que remodeló el Estadio de la Cartuja, la deslocalización de la Supercopa a Arabia Saudí, y un comisionista «impuesto», la sociedad propiedad de Gerard Piqué, denominada «Kosmos», que mientras era jugador del F.C. Barcelona, mantenía una negociación en paralelo para deslocalizar la Supercopa con el mismísimo Presidente de la RFEF, el ahora investigado, ya no por un beso, si no por otros delitos con una penalidad mucho más severa.

Esta empresa propiedad de Gerard Piqué, cobró importantes sumas de dinero en comisiones, esto no es ilegal en sí mismo, pero una de las líneas de actuación de la investigación, es si estas comisiones, fueron a parar a Luis Rubiales o su entorno, algo que podría constituir un delito de corrupción en los negocios, entre otros.

Hay muchas incógnitas a despejar, si bien la oscuridad de estos negocios, y la poca transparencia mostrada por el ex presidente de la federación, son de verdadera antología, y no arrojan duda de que la investigación de la UCO iba bien encaminada desde el principio, en lo que, no nos olvidemos, ha sido un secreto a voces en el mundo del fútbol, nadie podrá decir que este desenlace era inesperado.

Cuando se destaparon los negocios de Rubiales y Piqué, se tuvo conocimiento que el Presidente de la Federación cobraba remuneraciones variables en función los ingresos totales de la Federación, rápidamente, y una vez que esta información corría como la pólvora por los medios de comunicación, modificaron desde la Federación, con gran rapidez, ese tramo variable que cobraba Rubiales, pero la imagen del Presidente y de la Federación ya estaba tocada.

Este cambio no era más que un pequeño lavado de cara para mejorar la imagen de la Federación y de Luis Rubiales ante la opinión pública, una medida de compliance sin duda, pero insuficiente. Las sospechas se cernían sobre el Presidente, y él mismo, se delataba cuando en los medios, se decantaba por su predilección para que el Real Madrid y el F. C. Barcelona se clasificaran para jugar la Supercopa, como no, le iba el sueldo en ello, inaudito ¿qué podía salir mal?.

Otro claro síntoma de la enfermedad que arrastraba la Federación fue la comparecencia donde Rubiales se dirigía a su departamento de compliance, como aquel que le había validado la forma de negociar y que además había dado el visto bueno al acuerdo suscrito con Arabia Saudí de la Supercopa, nada más lejos de la realidad, nadie compareció ni se exhibió documento alguno, como se suele decir, eran «balones fuera».

Con una simple lectura de los Estatutos de la propia Federación, se observa que la Junta Directiva no tiene ningún órgano de fiscalización que le pueda frenar en caso de advertirse irregularidades, dado que ella es la que elige al Comité de Auditoría y al Comité de Cumplimiento Normativo, por lo que, éstos órganos, están atados de pies y manos para poder paralizar los negocios pertrechados por el Presidente y su Junta Directiva, cualquier movimiento en estos Comités, podrían haber propiciado su inmediata destitución.

Prueba del desmembramiento y amputación del sistema de compliance de la Federación ejecutado por Luis Rubiales y su Junta Directiva es la modificación del Código Ético en el 2021, donde merma hasta imposibilitar de facto cualquier investigación de oficio por parte de la Comisión Ética.

Siga leyendo el artículo completo de Felipe García (Socio Director) de Círculo Legal, redactado para

paraisos fiscales

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